¡HAN VUELTO! Despúes de varios meses de espera… la tercera temporada de esta serie sobre pijos neoyorquinos ha sido reanudada con muchos líos amorosos y tensiones emocionantes, como siempre. Tal vez no tenga un gran guión, ni un gran argumento, ni unos personajes demasiado elaborados o sorprendentes, pero a mi me encanta. Me encanta la serie, los personajes, sus líos, sus fiestas y, sobre todo, sus modelitos. Sino que os cuente mi amiga Patri cómo me pusé a gritar cuando vi que Serena Vanderwoodsen cogía en un capítulo un bolso clavadito a mi D&G granate. Y es que Serena es perfecta. Blair es demasiado clásica y demasiado rimbombante, pero Serena tiene un estilo inigualable. Nadie luce los pañuelos como ella. Su pelo, su sonrisa… ¡tengo estudiada hasta su forma de coger el teléfono! Jenny también viste genial, pero cada día está más estúpida.

Y de los chicos me quedo con Dan… aunque ahora se haya vuelto otro niño rico pijo sigue teniendo ese encanto de niño bueno intelectual que a mí me hace suspirar cada vez que abre la boca, aunque no tenga la belleza natural de Nate. Su padre, Rufus, también provoca esa atracción inevitable, pero es demasiado mayor para mí. De hecho, creo que hasta Chuck Bass está adquiriendo cierto encanto esta temporada.

Bueno pues eso, que les echaba de menos y que me lo paso genial con sus historias por muy surrealistas que sean. Os dejo por un tiempo, porque mañana no sé si actualizaré ya que me voy a Holanda durante unos días. Así que hasta pronto. Y ya volveré con más moda, más historias, y más Audrey y yo.