Hoy me he levantado con una noticia muy triste. La librería de una de mis películas favoritas, Notting Hill, cerrará en dos semanas después de 32 años abierta. Yo, que soy de las que se ha visto todas las películas de Hugh Grant y todas las de Julia Roberts, me derrito cada vez que veo esta comedia romanticona y divertida, casi más que con Pretty Woman. Son incontables las veces que me la he puesto, o las veces que me he parado a verla si la ponían en la tele. Y ya no sólo me sé los diálogos, sino que puedo estar orgullosa de decir que fue la primera película de la que me aprendí las letras de la banda sonora en inglés.
Y después de esta explicación, espero que comprendáis mi tristeza. Seguro que algunos también la compartiréis. Cada vez que he ido a Londres me he parado a hacerme fotos en la puerta de esta famosísima The Travel Bookshop y he dedicado unos minutos a entrar y a sonreir sintiéndome Julia Roberts -perdón, Anna Scott- cuando el analfabeto ladrón le pide un autógrafo. O imaginándome al curioso ayudante de Hugh Grant detrás del mostrador. Las tentaciones de pedir un libro que no sea sobre viajes para que me respondan que no tienen también existen, pero merman cuando caigo en que no van a ser los ojos azules de Hugh -digo, de Will Thacker- los que me respondan.
Llamadme friki, o tonta, pero me encanta. Y me encantaba que el lugar se mantuviera tal cual como una especie de homenaje a esa gran película, con una puerta azul instalada al lado -ya que la original ahora es negra- para que todos podamos cumplir nuestro sueño de posar delante de ella como el genial Spike hizo delante de los paparazzi. Espero que todo eso no se pierda. ¡Que alguien la compre! No os preocupéis, que si me toca la lotería y no es demasiado tarde… ya lo hago yo.