La sonrisa es algo importantísimo de nuestro aspecto, de nuestro carácter, de nuestra forma de ver la vida. Y yo, obesionada con la mía, tras mi limpieza bucal anual, me sigo viendo los dientes amarillos. Y, claro está, me haría un tratamiento blanquante, pero son carísimos y no me dan ninguna confianza porque según he leído dañan la dentadura. Así que mejor me conformo con probar todas las pastas blanquantes del mercado.

Sin embargo, e independientemente del color, sé que debería lucir más mi sonrisa y, por eso, estoy haciendo un esfuerzo por enseñar dientes en las fotos, cosa que hasta ahora no hacía porque me encontraba rara. Pero me di cuenta que en las fotos que me hacían por sorpresa sí que sonreía y que en ellas sí que me veía bien, por lo que decidí intentarlo y, últimamente, tampoco me está saliendo tan mal.  Pienso por ejemplo en mi querida Audrey, que en ninguna de sus fotos más conocidas sale luciendo dientes y en cómo yo siempre he pensado que cuando más me enamora es cuando pone su auténtica sonrisa en las películas. Y entonces, me imagino como ella cuando voy en bicicleta y me sale sonreir de verdad.

Y hoy, hoy me sale mi sonrisa porque por fin ha salido un sol espléndido, porque ya huele a pólvora y a fallas, porque este finde ha sido estupendo, porque me siento feliz, porque ahora dentro de un rato tengo periodismo de cine y me encanta, me encanta hablar y pensar sobre cine. Porque tengo ganas de ir al gimnasio y hasta de ponerme las pilas con los trabajos que tengo que hacer y los libros que tengo que leer. Porque más vale tomarse la vida con una sonrisa, siempre.

Así que os dejo con una de las sonrisas más hermosas que he visto, la de Marilyn al natural, y os pregunto: Y vosotras, ¿por qué sonreís?