Día del niño

Hoy se celebra el Día del Niño. Se ve que esta semana estoy especialmente susceptible a las efemérides, aunque la de ayer la tuviera muy presente y en cambio la de hoy la haya recordado gracias a Google. Tal vez este tipo de conmemoraciones sirvan más bien para poco, pero sólo porque nos hagan memoria un día al año de algo importante en nuestro mundo, ya merecen la pena. Y los niños lo son y mucho. Hoy va por los niños y niñas del mundo que pasan hambre, los que trabajan explotados, los maltratados, los huérfanos que tienen que buscarse la vida, los enfermos… pero también los infelices aunque miembros de la sociedad supuestamente moderna como los que sufren el maltrato de sus padres a sus madres o los que sus padres piensan que lo tienen todo pero en realidad ellos sienten que no tienen nada. Porque todos ellos son el futuro de este mundo, y porque todos ellos merecen ser capaces de sonreir.

Me vienen a mi cabeza recuerdos de niños pidiéndome dinero en Marruecos… cómo aquél que era capaz de poner los ojos de pena más dulces del mundo al tiempo que me cogía la mano para acariciarla y darme besos mientras su vocecita suplicaba que le diera 1 dirham «pour manger». El valor que tuve que sacar de mis entrañas para no darle nada fue increíble, pero segundos antes había visto como su padre le encargaba con un empujón ir hacia ese grupo de españoles y no quería ver satisfechos los propósitos de ese individuo. O una parejita niño-niña de no más de seis años que se habían aprendido una canción popular en cada idioma para avasallar a todos los grupos de extranjeros que pudieran acercarse a su territorio. Igual nos cantaban  «mi carro me lo robaron» que, si veían que no iban a conseguir suficiente dinero con nosotros, se iban al grupo de alemanes y les cantaban algo en esa lengua para mí incomprensible. Pero también pienso en esos niños que sólo tienen el televisor, el ordenador y la videoconsola como medios de relación con el mundo.

Todos los niños tienen derecho a una vida digna, y nosotros debemos luchar por ellos como podamos, empezando, por ejemplo, por reflexionar sobre la importancia de su educación en un país que dedica mucho más presupuesto a su ministerio de defensa. Por hoy basta… sólo me gustaría dejaros una foto de un niño marroquí que vivía en las curtidorías, entre mugre y hedor. A pesar de ello, sonreía como el que más, y se emocionó porque a cambio de su pose para la foto le diera un par de cromos del Barça que casualmente tenía por mi bolsillo. Y es que eso para él tenía mucho más valor que algún dirham que le habrían quitado a la primera de cambio.

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