Vuelvo con la moda. La ocasión lo requiere. Ha llegado, como todos los años Cannes, uno de los festivales de cine por excelencia en una de las ciudades más glamourosas del planeta. Aunque me parece a mí que este año la mayoría se ha dejado el glamour en su casa o en las fiestas privadas. Será que yo estoy hipersensible e hipercrítica, especialmente si mi información cinéfila sobre el tema viene a través del necio de Boyero que cada vez logra ponerme más nerviosa, vídeo de la Pataky Di-Di haciéndose la diva entre superyates incluído.
Por eso, antes de hablar y ver modelitos y modelazos, es preciso hacer mención a los desaguisados que se cuecen en el principal festival de cine del mundo. Todos los años hay problemillas y polémicas, pero es que este año son de órdago, y la mayoría por culpa de ciertos políticos ínfames. ¿Que hay una peli crítica con la matanza a argelinos en Sétif durante el proceso de descolonización? Pues llega un ministro francesito de la derecha gaullista para tacharla de mentirosa y antifrancesa, que ser ministro le da más conocimientos de historia que al resto de seres humanos. ¿Que Draquila, Italia tiembla, de Sabina Guzanti, investiga las oscuras tramas político-empresariales en la reconstrucción de esa región italiana destruida por un terremoto el año pasado? Pues un ministro berlusconista está ahí para afirmar que esa peli es «un atentado contra el honor de los italianos» (y eso que ni la ha visto). Pero es que la organización también tiene huevos y mete en al sección oficial a una peli de Nikita Mijailov, a quien describen como un dictador al frente de la Unión de Cineastas Rusos, y a la vez amiguito íntimo de Vladimir Putin. Las quejas eran de esperar. Un director español en el jurado… una película de Godard estrenada a la vez en Internet que en el festival (¿qué pensará mi querida SGAE de todo ello?)… y, además, la sombra del caso Polanski siempre acechando, con comunicados de defensa a su persona alternados con críticas despiadadas. ¿Y en ese caso que hacemos? Pues como cerdo, que se le juzge. Pero como director, pues hace buenas películas. Y después de todo, en cuanto a cine sólo diré que quiero ver Robin Hood, aunque cada vez que veo el anuncio me piense que van a hacer Gladiator en la tele.
[Aviso a los navegantes, a partir de ahora, para ver las fotos hay hipervínculos, aunque no sé por qué no aparecen en azul y subrayados. El nuevo formato me marea]
Pero pasando al glamour y los vestidos, este año en Cannes reina un nombre: Eva Longoria. Tal vez el diseño de Naeem Khan que eligió para la premiére de On Tour se pasara de apretado y de transparente, sobre todo por detrás. Pero con ese cuerpo, ella puede hacerlo. Y además lo compensó con el auténico modelazo de Emilio Pucci combinado con un clutch de Svaroski digno de que se derramen unas lágrimas al adquirirlo. Por no hablar del Elie Saab asimétrico que eligió para asistir a la fiesta de Robin Hood, que le sentaba como un guante y que yo quiero para mí. Bueno, Cate Blanchet también se salva con un original Alexander McQueen negro, estampado y con tul que yo no me pondría por exagerado y porque el pájaro ese me asusta un poco, pero que he de reconocer que quedaba bonito. Y Salma Hayek, mucho más elegante y menos pechugona de lo habitual con su Gucci asimétrico en color vino.
¿El resto? A Kate Beckinsale la encontré demasiado vaporosa, plumosa y con demasiado tupé. A Lin Peng, fea y brillosa. A Frederique Bel, geométrica y rara. A Helen Mirren, elegante pero sosa y aburrida. Y no me gustaba el pelo. El LBD Channel de Pilar López de Ayala tampoco fue gusto de mi devoción. El Armani Privé de Aishwarya Rai me sonaba demasiado. Y Lea Seydoux tampoco me gustó, por muy de Luis Vuitton que fuera.
¡Esto es todo amigos! feliz finde : )