No suelo hablar en este blog mucho de estos temas, pero como ya dije en mi presentación, hay veces que no puedo evitarlo. Estoy muy indignada y quiero proclamarlo. Estoy muy indignada, y no por ello soy ni perroflauta, ni analfabeta, ni terrorista, como han insinuado varios energúmenos que se autoconsideran periodistas o comentaristas de “debates”.
Estoy indignadísima y no porque odie la política, sino precisamente porque me entusiasma y porque pienso que lo que está ocurriendo hoy en día en este pobre mundo manejado por unos cuantos ricos no se puede considerar democrático ni legítimo y lo que llevan a cabo muchos de los que llamamos políticos dista mucho de mi idea de política real.
Creo en un verdadero estado del bienestar, creo en el progreso social, creo en los derechos humanos, creo en el trabajo y el esfuerzo de la gente y en que podemos cambiar el mundo. Creo en la no-violencia y en el respeto. Creo en la verdadera separación de poderes, y en la verdadera participación ciudadana. Creo en el futuro.
No creo en el liberalismo que me venden, ni en los banqueros ni en los altos cargos y empresarios que nos dicen a los de abajo que nos apretemos el cinturón mientras ellos se lo desabrochan a base de comilonas y paseos en coches oficiales. No creo en los políticos que roban o se aprovechan de sus posiciones, ni en los negocios turbios, y no pienso asumir nunca la idea extendida de que “si no lo hacen unos lo harán los otros”.
Aspiro a que el mundo deje de dividirse en norte-sur, ricos-pobres, o al menos a que las diferencias sigan aumentando de forma imparable. Aspiro a un cambio de sistema global, a una revolución completa que conlleve el abandono de la maldita regla de capitalizar los beneficios y socializar las pérdidas.
Los indignados somos muchos y muy distintos y no se nos puede etiquetar. Somos gente de todas las edades, condiciones e incluso ideologías. Tenemos mayor o menor capacidad de movimiento o de alzar la voz. Pero importamos todos. Y estamos hartos de que desde arriba -sobre todo desde esos medios de comunicación que tan cómodos se sienten en el sistema actual que tanto nos perjudica a los de abajo- se manipule y se procure minorizarnos, despreciarnos, ridiculizarnos y reducirnos a “cuatro perroflautas con ganas de fastidiar”. Algunos, hoy, incluso han intentado eliminarnos Paint mediante.
Por cierto, no se puede medir nuestro movimiento 15-M sólo por los que salimos a la calle o nos movemos, porque somos muchos más. Y no, no se puede comparar los datos de manifestantes del 19-J con los de votantes del 22-M como si fuera algo opuesto, como si los que ayer nos indignamos estemos en contra del ejercicio democrático, y como si supusiera el mismo esfuerzo depositar un voto que moverse de verdad. Yo estoy indignadísima y voté en el 22-M, pero no estoy dispuesta a que mi voto le de a nadie libertad absoluta para hacer durante 4 años lo que le venga en gana.
Creo que somos muchos los que luchamos por el cambio y estoy convencida de que lo lograremos. De la indignación a la revolución -aunque largos, difíciles y llenos de obstáculos- śolo hay unos cuantos pasos. El cambio está en camino.
muy bien dicho todo. yo también hice un post indignado hace poco, y me quedo con mi frase final: en la utopía empieza el cambio :)