Desayunar en la terraza. Comer en la terraza. Dormir la siesta en la terraza. Leer en la terraza. Cenar en la terraza. Y un gran etcétera, en la terraza. Es verano, el calor aprieta -aunque menos que otros años-, y los que no tenemos más remedio que pasarlo en la ciudad buscamos alternativas para pasarlo de la forma más agradable posible. Y yo este año, para ser el primero que trabajo, he tenido mucha suerte: piso con piscina y TERRAZA.

Propósito: recuperar la costumbre de cuando era pequeña y me quedaba casi todo el verano en la ciudad de «hacer vida» en ella. Recuerdo que entonces tenía tobogán, columpios y hasta una minipiscina hinchable, además de las típicas mesas y sillas de plástico y de los montones de plantas que mi madre cuidaba con esmero y que la convertían en un auténtico paraíso dónde las salamandras se sumaban a la fiesta con sólo encender el agua de la manguera.

Problema: el piso es de alquiler y la terraza estaba VACÍA.

Solución: Adaptarla a nuestros gustos y necesidades con el mínimo presupuesto posible. De momento, lo primero que hicimos fue ir al Carrefour y comprar de outlet una mesa y cuatro sillas de madera en blanco y azul marino. Pero faltan las plantas (una terraza sin verde no es terraza), algo para tapar del fuerte sol de la tarde y algún detalle más (por ejemplo, considero imprescindibles un par de hamacas para leer o ver la tele y series con mayor comodidad).

Inspiración: muchas y muchas fotos como éstas. (Creo que casi todas son de los posts Déco de Macarena Gea).

La semana que viene iremos una tarde al Leroy Merlín (lástima no tener cerca un Ikea) y nos pondremos manos a la obra. Fundamental: grabarme a fuego en la mente que no es para siempre y que no podemos gastar casi.

¡Feliz finde!