Me gustan las bailarinas. Me gustan mucho. Me parecen el zapato más cómodo a la par que elegante del mundo mundial y espero, de todo corazón, que nunca jamás pasen de moda porque yo ya no sé que haría sin ellas. Aún recuerdo cuando mi madre me animó a comprarme mis primeras bailarinas hace como diez años. Eran blancas con rallitas de colorines, y la gente me miraba raro porque eso era zapato de nena pequeña. También era la época en que llevar pantalón recto -ya ni siquiera pitillo- resultaba rarísimo porque ¡se veía el pie! En fin, los tiempos cambian pero, por favor, que las bailarinas no vuelvan a desaparecer de los escaparates.

Para mi día a día y en mis noches de fiesta (porque cuando llevo tacones siempre las llevo en el bolso, pero es que ahora hay veces que salgo directamente con ellas) se han convertido en el zapato absolutamente imprescindible. Y como buenas imprescindibles, nunca tengo bastantes.

En negro, en marrón y en azul marino son las básicas pero también están las de colores más divertidos o estampados más atrevidos, y es ahí donde mi zapatero necesita una ampliación. Yo ya tenía algunas opciones en mi carpeta para aumentar mi wishlist, pero ayer al ver el post de Lovely Pepa me enamoré.

Desde allí accedí a la página de la marca de estas preciosidades en forma de conejito y vi varios modelos más que me encantaban. Se llama LeBunnyBleu. ¿El problema? El de siempre. Se escapan de mi presupuesto actual para zapatos de capricho. Porque seamos sinceros, «hacerme falta», lo que se dice «hacerme falta», pues no me hacen. Y las zapaterías y tiendas típicas están llenas de opciones graciosas algo más asequibles.

Pero yo quiero algunas de esas de conejitos. Las quiero. Ya estamos, siempre igual: se aceptan regalos. Pensaremos en positivo, son mucho más asequibles que mis adoradas Pretty Ballerinas (aunque seguramente a corto plazo no tenga ni las unas ni las otras).

¡Ánimo con el comienzo de semana!