No sé si os pasa como a mí que cada vez que leo la palabra que titula este post mi cabeza se pone a cantar la canción de Paloma San Basilio (OMG, los estilismos de ese vídeo darían para un post entero). Melodías pegadizas aparte, aviso a navegantes que este post radica la pastelosidad más insoportable. Pero no me culpéis a mí, culpad a Focuslab, que cada vez que hacen un vídeo consiguen sacar -más aún- mi parte ñoña. Dadle al play, y si no os gusta, no sigáis leyendo.

Tras esto podría hacer una oda bastante extensa contándoos cuánto echo de menos esa convivencia (aunque mi vídeo estaría lleno de discusiones tontas, desde la distancia hasta a ésas les veo la gracia), pero no es cuestión. Simplemente os diré que el vídeo también me ha recordado mi obsesión por sacar fotos a parejitas -de personas, animales e incluso cosas-.

«¿Por qué haces fotos a parejas desconocidas o a gatitos?» Eso es lo que muchos me han preguntado cuando ven las fotos de mis viajes. «Si eso podría ser París o el parque de debajo de tu casa», me dicen. Pues no sé, pero a mí no me gusta hacer fotos sólo a los típicos monumentos sino también a las personas y cosas que los rodean, sobre todo si están en actitud cariñosa.

Sí, tal vez sufro una enfermedad extraña seguramente relacionada con el exceso de películas americanas y canciones del estilo de Love Actually. Es lo que hay. Me gusta el amor hasta en los patos. Pero bueno, las dichosas fotos no quedan tan mal, ¿no?

¡Os deseo un martes muuy pasteloso!