Y no lo digo por las temperaturas (se están manteniendo altitas y espero que siga así por mucho tiempo). Resulta que, según la compañía de autobuses de Alicante (que para más colmo se llama Alcoyana), el invierno entró el 10 de septiembre -oséase el pasado lunes- y no saldrá hasta bien entrado junio o julio, a saber. Por lo visto los gerentes de la empresa han visto que todas las revistas de moda sacan ya los abrigos y bufandas y han decidido aprovecharse del tema. Deprimente, ¿verdad? Aquí va el pantallazo:
¿Y qué implica el inverno? Pues además de decidir avanzarlo en fechas, estos señores del autobús deciden que su invierno implica una reducción brutal de horarios disminuyendo entre un 50% y un 66% el número de autobuses que pasa por mi casa (que son justo esos dos que cambian y que hasta ahora siempre pasaban con una frecuencia de 10-12 minutos independientemente de la estación del año).
¿Y cúando decidieron esto? Pues por lo visto el domingo por la noche, ya que hasta el mismo lunes no había ningún aviso en la web, ni en las paradas ni nada. Aún recuerdo la cara de pena de un pobre señor que se leyó el periódico entero mientras esperaba y que fue a preguntarle amablemente al conductor qué había pasado. El conductor, con cara de pena, le respondió que habían reducido el servicio porque ya era invierno.
Los que conocéis la zona tal vez penséis que exagero porque también tengo el tranvia, pero eso sólo lo pensaréis si no conocéis bien cómo funciona y lo mal sincronizados que están los malditos transbordos. Y luego se quejan de que no usamos más el transporte público… Así que aquí estoy, esperando ansiosa a que llegue el viernes a poder recoger mi preciado primer cochecillo, aunque me suponga un ojo de la cara en gasoil y demás gastos. Para que luego digamos que los recortes no incitan al consumo (¡malditos todos!).