Hoy, además de comentar lo mejor y lo peor de la alfombra roja de los Goya 2018 con algo de retraso respecto a los últimos años (hemos pasado el fin de semana en Madrid), también siento la necesidad de hablar sobre las reivindicaciones feministas que, salvo en algunos casos como los de Leticia Dolera (¡GRACIAS!), acaban por resultar bastante superficiales e insuficientes, hechas casi por quedar bien o, nunca mejor dicho, porque está de moda.
La lucha feminista es imprescindible y no basta con lucir un abanico con el lema «más mujeres» para apoyarla, sino que hay que implicarse en todos los aspectos, trabajar para que de verdad haya más mujeres en todas las industrias de este país, para que la brecha salarial deje de existir, y por tantas otras cosas. Podría hablar mucho sobre este tema pero mejor os recomiendo este artículo de S Moda.
Y ahora, paso exponer mi opinión sobre los modelitos que se vieron en esta gala de los Goya, la gran mayoría en negro por seguir la estela de los Globos de Oro, como denuncia por los casos de abusos machistas en la industria del cine. Y, como ya dije, el negro siempre trae elegancia y menos posibilidades de horrores aunque, como siempre, haberlos haylos.
Voy a poner en primera posición a Leticia Dolera por demostrar que se puede hacer mucho más por el feminismo que ir de negro (ya que estamos, os dejo el artículo que escribió el año pasado en Pikara Magazine sobre las contradicciones de una feminista sobre la alfombra roja). Ella optó por un smoking azul precioso y se atrevió a dejar de lado los tacones y demostrar que también se puede ir guapísima y elegante sin sufrir dolor de pies.
De las que optaron por el negro, mi favorita fue Cristina Castaño, vestida por Vicky Martín Berrocal y luciendo el tipazo que tiene (yo eso no podría ponérmelo jamás).
Aunque la sigue muy de cerca Goya Toledo, de Carolina Herrera (¿esta chica siempre va guapa? ¡Quiero su armario!).
El vestidazo de flores de Dolores Promesas que lució la nominada Sandra Escaneda también me tiene enamoradísima, pero no me gusta la combinación con ese clutch que le quita protagonismo al vestido.
Con Belén Cuesta me pasa que cada vez que veo su look de Pedro del Hierro me gusta más. Al principio lo vi algo raro pero no, en realidad me flipa.
Mi adorada Leonor Watling estaba espectacular con este diseño rojo firmado por Stella McCartney.
Y los diseños de Alicia Rueda también me alucinan casi siempre, son auténticas obras de arte. Mariam Hernández estaba preciosa.
También en blanco, Verónica Sánchez lució otro Dolores Promesas que es amor del bueno. Algún día me vestirán a mí, lo sé.
Y declaro mi amor eterno también por la preciosidad y sencillez del vestido que escogió Andrea Duró. Ojalá más chicas como ella en el mundo.
Marian Álvarez iba elegantísima de azul marino, con uno de esos diseños con los que sabes que es imposible fallar.
Y lo mismo con el traje pantalón de Prada que lució la modelo Alba Galocha y que TODAS tendríamos que tener en el armario como un básico imprescindible. Miuccia, ¿me lo regalas?
Alguien que me sorprendió muy gratamente fue Bibiana Fernández y su preciosísimo Yolancris negro. Más elegante que nunca.
El Carolina Herrera fucsia de Belén Rueda no me llamó demasiado la atención por delante pero por detrás es amor del bueno.
Aura Garrido es otra de las que nunca falla, aunque para mí podría arriesgar y cambiar un poco más. Es muy guapa y nunca destaca demasiado.
Y su compi en El Ministerio del Tiempo, Cayetana Guillén Cuervo, lució su espectacular tipazo con este diseño de Santos Costura.
Marta Etura, de Elisabetta Ferreti, sorprendió con un diseño de brillibrilli en tono nude que, aunque a priori no parezca de su estilo, creo que le favorecía muchísimo.
El Pronovias de Dafne Fernández es bonito pero bastante típico y lo de los labios negros como que no me gusta nada, lo siento.
Macarena García eligió un vestido de Dsquared2 de esos que no sabes si no te gustan demasiado o en realidad te encantan. Iba muy guapa, pero me esperaba más.
Y sentí algo similar al ver el vestido de inspiración griega de Hiba Abouk firmado por Azzeline Alaïa, que sí, pero no del todo por las tiras esas rarunas.
Muchísima gente ha puesto entre las mejor vestidas a Juana Acosta, de Pedro del Hierro. A mí me gusta bastante pero esos volantes caídos en los brazos no me acaban de convencer.
Algo parecido me pasa con el escote del Santos Costura que lució Irene Escolar, que iba espectacular pero tanto «cut out» me tiene algo cansada.
Está claro que el Versace de Penélope Cruz le queda como un guante pero tiene un punto algo choni que no me gusta.
El vestido de Anna Castillo me hubiese enamorado muy mucho sino fuera por la manga llena de brazaletes brillantes que es demasié. Y para colmo, esa misma mano llena de anillos.
El Dior de Maribel Verdú no está mal pero no es nada del otro mundo. Para eso, elige un diseño nacional, ¿no?
Con el Teresa Helbig me pasa que, aunque el diseño me encantó en la pasarela, no me ha gustado el resultado como look de Marta Nieto en la alfombra roja.
Y el de Úrsula Corberó tampoco me gusta demasiado que digamos, lo veo como anticuado y creo que le queda raruno.
En cambio el vestido de Macarena Gómez, sin gustarme, me sorprendió para bien, porque no es tan horroroso como los de las ediciones anteriores. Y al traje de Aldo Comas inspirado en Dalí hasta le encuentro su gracia.
Aunque adoro a Los Javis y sé que su estilo es así, no puedo aprobar sus estilismos por muy de Gucci que sean. El traje de Javi Calvo me flipa, pero no puedo entender lo de los calcetines y el lazo rojo, mi cerebro no lo admite. Lo de Ambrossi no hay por dónde cogerlo.
Podríamos decir que el vestido de Beatriz Tajuelo, mujer de Albert Rivera, no está tan mal, pero si pensamos que es del color de Ciudadanos como para ser un panfleto electoral andante es mucho peor.
Lo de Nieves Álvarez disfrazada de anuncio de Dolce&Gabbana llena de brillibrilli y rococó de pies a cabeza me pareció un auténtico horror.
Y aunque los trajes de novia de Rubén Hernández me suelen gustar mucho, no me pasa lo mismo con los que hace para alfombra roja. Mónica Cruz parecía una choni poligonera orgullosa de serlo y lista para acudir a alguna boda gitana.
Rossy de Palma, fiel a su estilo de diva cabaretera, con plumas por doquier, brillis, plataformas y maquillaje de más.
Ay Massiel, con lo que tú fuiste. Y te plantas en la alfombra roja con esas gafas horribles, ese pañuelo bordado, chaqueta, camisa y bolso de brillis distintos incombinables… vamos que pa habernos matao.
La Terremoto de Alcorcón, en su línea de asustar a los que la miran con un vestido con caras estampadas que podría salir en cualquier película de terror.
Maria Botto con un vestido de raso de corte antiguo, brilli, raja y todo lo que no me gusta, con una pose que tampoco acompaña nada.
Lo de Eduardo Casanova y su traje oversize tampoco hay por dónde cogerlo. El estampado hasta podría gustarme pero lo de la forma es incomprensible.
Cristina Brondo fue la típica choni con moño alto de ir por casa empeñada en lucir embarazo con transparencias y bordados subida a unas plataformas de drag queen. Desnuda hubiese ido mucho más elegante.
De Nuria Simón no entiendo ni el vestido brillibrilli que no me pega nada con su estilo, ni el peinado (si se le puede llamar así), ni su cara de susto como si fuesen a torturarla.
Que sí amigo Brays Efe, que me caes muy bien y que ser diferente está genial pero no entiendo este traje que parece sacado de un cuadro de Miró.
Y Antonia San Juan se lleva un gran MÁTAME CAMIÓN por su vestido brillibrilli brocado con escotazo horroroso y raja de su falda combinado con un horrible collar transparente y unos zapatacos dorados que podrías encontrar en cualquier chino.
Y cierro el post con la influencer Dulceida con un vestido a la Kardashian, que no entiendo bien qué pintaba en la gala y menos vestida así. Se ve que quiere meter la cabeza en el mundo del cine por todo lo alto. En fin… ¡WTF!